Tengo un viejo piano entre los dedos, y alguna historia merodeándome tras la oreja, casi puedo olerla. Él está a unos metros, haciendo introspección de qué siente, qué escucha, tratando de averiguar cómo se desata una tarde de otoño en una noche de verano. Como yo, que tengo las alas tatuadas de niñas pájaro y muchos vuelos encerrados en un montón de canciones, ahora, cuando golpeo sobre el teclado, en este modo de gritar en silencio. Nos estás venciendo, otoño.
1 comentario:
Es un privilegio poder leerte. Gracias por compartir esa joya que tienes.
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