La noche

He vuelto a escuchar cómo sonaban unos golpes en mi ventana, y ahí está él. Sigue teniendo la misma cara de niño triste, sus alteraciones a partir de la medianoche, cuando las nubes golpean sobre sus canciones y yo escucho con los ojos cerrados, cómo se van sus anhelos más inmediatos. El cristal nos sigue protegiendo mientras yo dibujo con el dedo su cara sobre el vaho, y por primera vez me habla a viva voz. Me cuenta una historia sobre los niños perdidos, el amor, el dolor, coches que se destrozan calando más allá que en una simple fachada. Después se ha hecho el más puro silencio y… ha echado a volar en un simple pestañeo. Entonces quedo sola y pienso en esa canción que, cada vez que escucho, hace retronar cada una de las lágrimas perdidas. Me escuece y me gusta a partes iguales, como la droga que se consume cual cigarro entre mis dedos mientras espero a que vuelva. Siempre vuelve en estas noches, siempre me vuelve, me sonríe amargamente y… ¿a dónde has volado, Peter?


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