El vals que conduce a ninguna parte

Han pasado de repente por mi cabeza las notas de ese vals, paseando. Como paseaba aquel violinista por el vagón de un metro de Madrid sin saber que mientras lo tocaba no me importaba perderme, ya encontraría el camino cuando acabase. Y aunque el cuerpo se había convertido en estatua de sal entre una multitud que practica froteurismo se protegía pensando en nada, parecía todo condensado, cada pensamiento, demasiado humano. Y qué más da, si yo sólo sé que no sé nada...



2 comentarios:

Cohen dijo...

yo solo se de unos pasos creados por ti
unas notas hechas a tu antojo
y de ti y tu belleza
tus enseñanzas
y tu saber estar, conmigo, claro...

asfihsfoi dijo...

Sería mejor no saber nada, no ver. Vivir en nuestra burbuja.