Cuentos de medianoche


"Casi medianoche… Encolerizada, en medio de un montón de gente, buscaba la mirada del que le hacía perder la poca cordura que aún poseía y sin querer acabó jugando a los celos… Se sentó sobre el alfeizar de la ventana y comenzó a mover las piernas mientras pensaba: “simulacro de columpio”, pero sin diversión… cargada de la incertidumbre que produce el amor. Y ya como rutina, conversaba con un viejo conocido que estaba presente (su pasatiempo, ya que eso era en lo que se había convertido la cruzada que había comenzado para llamar la atención del que había hecho que las noches se volviesen más largas)…
Sonreía tímidamente, se tocaba el pelo… pero a pesar de que se había propuesto hacerse a su papel de niña que flirtea sus ojos la delataban, yéndose al interior de esa habitación y buscándolo inconscientemente, hasta encontrarlo. Él hablaba con otras personas e intentaba disimular que también la miraba, pero su gesto molesto era ya evidente. Ella, crecida ante su mirada, insistía más en sus gestos caricaturescos, tanto, que el payaso con el que pasaba el tiempo le preguntó…

(...)

Y a la niña que vivía de noche se le perdió la mirada tras la ventana, en la noche… Y al volverla, tras meditar el rol que había adquirido, se dio cuenta de que se había quedado sola… Y en un parpadeo él estaba allí, al lado… Ella tembló intentando disimular sus nervios y mantener la compostura, digna del mejor papel de femme fatale, pero cuando él rozó su cara con los dedos y le preguntó por qué no le había hablado en toda la noche (y con las dudas correspondientes a una niña que conoce las mieles de los amantes), sonrío y pensó que la incertidumbre sería el argumento de su próximo verso, desde su desconocimiento de qué le depararía lo que ya aborreció anteriormente, como una nueva y esperanzadora adivinanza…".

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