Es probable que sea la primera vez que mires en mi interior a través de un cristal, y que no sea el de mis gafas. Es probable que te imagines mi cara al reír, que trates de verme dormir, que me sueñes dibujando entre los dedos cuando tenía tres años para volver a mis veintisiete (ni uno más ni uno menos) y sepas que lo único que ha cambiado, casi literal, ha sido el largo de mis piernas. Es probable que hoy no duermas sabiendo que, probablemente, estoy escribiendo una canción que no tiene música, aunque puedes escucharla. ¿Sabes por qué? Porque no es probable, es. Como mi verbo favorito, es, y copula con los sueños y acopla mis buenos (y malos) atributos: un montón de luz y un puñado de letras en un metro sesenta. Eso, exactamente, es lo que es.
2 comentarios:
No hubo un antes, ni un después. Un principio ni un final. Lo fué, es y será.
Gracias
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