Veloma

Como me vomitan los pájaros volando hacia las retinas.
Las noches han explotado como lo hace mi interior cuando todo queda en silencio y cada imaginación se echa a volar, y el miedo enterrado bajo la cama, como cuando escribía porque amaba el verbo y porque los pianos me decían que debía hacerlo antes que de algo acabase con la punta de mis dedos y convirtiese en polvo la lengua. Jamás nos callarán, ni aunque nos lleven los demonios, porque donde dije digo digo quiero, y donde digo quiero digo grito, y donde digo grito digo que, a modo de sombra chinesca, aparece cada una de las palabras que vomitan mis pájaros y que atrapa el hoyo que me queda en la temperatura del alma.
Como me recitan las noches de modo tridimensional.
Y todo se vuelve oscuro para poder ver una luz guiarnos con las luces apagadas, fruto de obras de teatro pasadas y pocas muertes consumidas. Nosotros no moriremos, tenemos la mirada inmortal y los ojos transparentes. Tenemos la piel invisible y la malicia agotada, sólo nos queda la vida, sólo nos queda la tinta y sólo nos quedan los libros a los que gritar nuestro desdeño. Sólo nos quedan canciones que esgrimir y amores que flotar, como los barcos que se hundieron y que siempre estarán vivos en el fondo del mar.
Como me salpican los dedos que  transforman el papel.
Y me traen el agua a lo claro de los pies y todo se convierte en calma, de la que hay después de un huracán, hasta que de nuevo toda tu sombra me cubre para que pueda mirar a tus dudas, a la lejanía, a las arrugas del papel mojado, que llueve, llueve sobre encharcado y quien sonríe el último sonríe mejor, como tú y como yo, que somos un mapa sin dibujar y una brújula de anticuario plagada de historias.
Somos más de lo que queremos.
Seremos más de lo que soñamos.
Somos un océano.
Soy papel.
Solo.

1 comentario:

Xaj dijo...

Somos un ocèano, sí.

Y el agua, llega hasta nuestras rodillas,
que son de agua,
agua de río
que se mezcla con la salada.

Y, es una fiesta.