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Las calles se han convertido en un tremendo mapa y las manos en una brújula que apenas sabemos interpretar. Como el sonido que se escucha cuando cae la hebilla del cinturon contra el suelo, mero accidente, y como suena cuando las miradas van en forma de secreto. Sin embargo, a veces una aguja te indica hacia dónde mirar y todo se entiende, el sonido se disuelve y la hebilla vuelve a estar en su lugar. Anda, ven ya.

2 comentarios:

María Alcantarilla dijo...

Lo peor es cuando ese momento se resiste...jo

Anónimo dijo...

este me encanto!