Punto, coma

Está muriendo el verano en el patio trasero y yo lo escucho sentada en la cama, mientras le tiro la ceniza de todos los recuerdos de veranos anteriores, mojados y puestos a secar en momentos altamente inflamables. Compruebo que mi piano sigue afinado y tirito cuando despierto, cuando recuerdo los sueños que me fatigan, entre metros de tela pesada y sonidos que llegan tarde. Y las manos que rompen palabras con las extremidades más pequeñas, la perfección, y la actitud estúpida de la filósofa que juzga siendo quien más tiene que callar.

Le pediría, a un querido don nadie, que me llevara a donde no quiero ir, pero me da miedo. Todos duermen cuando yo abro los ojos y me dedico a desdecir al día, con todos los lápices que se traban en los dedos y manchan los folios ya vomitados de antes. Y así quedo cada vez que amanece, con el sueño agolpado tras los párpados y los dedos golpeando en la almohada, reclamando al reloj que vuelva atrás. Hay una canción que escucho al despertar, me da mis respuestas hechas pregunta.

"¿Cómo hablar y estar ausente? Es mi actitud... "

2 comentarios:

Nachete dijo...

Hay una canción que escucho al despertar, me da mis respuestas hechas pregunta.

Mis alabanzas.

Mara Islandia dijo...

Yo no quiero parecerme :) Genial tu blog.