Los restos del naufragio



En el mecer de las olas, la soledad del frío mar cuando acampa el insomnio. Entonces es cuando la sal y el desatino arrastran a la pobre embarcación, atraída por una fuerza demasiado incomprensible para alguien que siempre conduce mientras sueña con los ojos abiertos. Esbozando una sonrisa fría, como los ojos del más pequeño ser amado desde hace años atrás. Y, como un huracán, algo termina por arrastrar todas las palabras que acompañaban a la pobre nao, mientras el libro de abordo se hunde en un remolino formado entre gotas de agua dulce y contradicciones. Y nadie siente miedo, ni grita, se dejan llevar entre los giros que destruirán la proa y la popa, es la irracionalidad del marinero, el que se ata ante el canto de la sirena refrenando todo el poco de cuanto es poseedor. Ante una noche azul inventada, como los ojos que lo miran y la sangre que lo tinta todo, apagando y encendiendo un interruptor mientras que… sólo se salvan los restos del naufragio en la hora de una siesta de papel…







1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bien escribe esta niña ^^

¿que tal? tenemos que vernos apra la temporado otoñi Invierno