Almost...

Apenas han comenzado a tomar vida unos acordes que hablan sobre un niño de ojos fríos y la mirada perdida en la lejanía. Indirectamente me he lanzado sobre ese vacío y me he dejado sumergir de modo inverso para que lo más importante en una lista de prioridades sea la prioridad del ser en sí, de la mirada fijándose en algo perdido y encontrando la frialdad que a veces hace arder a los que somos simples observadores pasivos. Como sentada en un autocine de verano que siempre deja recuerdos de etapas cálidas, tras pasar la tormenta, cuando llega la calma y todo lo que había sido una montaña de arena no es algo más que un reducido cuenco de ceniza de largos cigarros, entre el fuego, las olas, el todo que compone lo que no tiene nombre y sin embargo hace años que adquirió una fuerte compostura. Ya sabes de qué te hablo. De dejar que arda el fuego y los ojos azules. De lanzarnos al vacío en la búsqueda de ese algo que no tiene ninguna razón de ser y, sin embargo, siempre nos ha terminado de completar. Sin releer qué decimos ni hacemos, lo que dibujamos, lo que somos y lo que seremos, todos los tiempos verbales que nos componen, esa canción que cuando estalla siempre me remite a las miradas cómplices.

Recuérdalo todo, "quasi" todo. Y sigue tarareando...
 

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