Despropósitos

Como una burbuja, un aeroplano cuyas alas han sido condenadas, una especie de reto. Volver a conducir, a tumbarme al sol alguna tarde de invierno, a leer teatro. Terminar como en un trámite catártico, quizás demasiado infantil y sin usar matarratas o insectidas, intentando comprender el funcionamiento de una cáscara de huevo que no se incuba, se mece. Decirle a mi madre que la quiero, olvidar la tristeza, colgar la ropa en perchas, expresarme de viva voz. Sigo los guiones, cada paso. Reviso los puntos. Oh, ¡mierda! Dejé alguno colgado... ¿Me pongo hoy camisa de cuadros? ¿Volveré a enamorarme? ¿Cambiará mi vida?
Es todo un lapso, un simple lapso en el que terminará una etapa sin anunciarse como las campanadas de Nochevieja. Poner algún viejo disco olvidado, saber a quién pertenece cada canción, recrearme, curar los nervios, desconfiar, pensar peor y acertar...
Tumbarme al sol las tardes de verano también, beber cerveza, masticar la noche, rehuir de estúpidos y estupefacientes. Es el huevo, una patada, la tortilla.
De nuevo el cuarto oscuro y un maldito pato de peluche que nunca tiré a la basura, es despertador que me separa de lo que quiero, saltar de la cama y utilizar el pie derecho, adiestrar lo que siento, amar que llueva, magnificar...
Teardrop...

No hay comentarios: