Evidencias



De repente he caído en la cuenta de que estamos en diciembre, que se fue mi mes de las canciones y que pasó sumido en silencio. Que hace frío, llevo abrigo y gorro, como cuando mis preocupaciones eran ínfimos castillos de arena sobre colchones de barro y mi madre me llevaba al colegio de la mano y volvía a casa dando saltos. Ahora suena algo que me sorprendió al sentirlo vibrar en vivo y me sigue provocando ese tembleque que no sé justificar a terceras personas. Quiero volver a jugar, a nada en concreto, simplemente jugar, pero parece que dicha ocupación me queda grande, como los zapatos que nunca me puse. Y alcanzar ese regalo que está demasiado alto, el libro que no me prestaron o colgarme de las cortinas, coger flores para adornar tu pelo. Y jugar. Y jugar. Y jugar. Y jugar...


La niña más bonita del mundo

1 comentario:

Anónimo dijo...

si se volviera atras en algun momento y poder reviivir ciertas sensaciomes