Taras

¿Por qué no sale?
Suenan golpes suaves en la puerta trasera cada vez que los pies están dispuestos a salir a corretear por las calles, las ojeras perpetuas desde hace algunas semanas están cubiertas y el disfraz se luce para conseguir el primer premio de la fiesta.
¿De qué va vestida?
No sé, realmente no lo sé, es todo creación propia.
La enfermedad llama a la puerta de los grandes almacenes de Diógenes en los que se han convertido el saco de taras, mentales en su mayor caso, protagonizadas por una bailarina nocturna y su elenco de amantes de mentes compuestas por imperfecciones.

¿De qué te hablo?
Es sencillo, como el funcionamiento de una caja de cuerda que simplemente simboliza a Pandora, ella girando sobre la paciencia, que es lo último que queda dentro, y la indiferencia escondida en algún rincón… No puedo explicarlo fácilmente, es que el sueño se ha desvanecido a la hora de su llegada y la oscuridad terminó con una luz intensa que molesta a los ojos.

¿Qué pasa?
Arrastrando los pies escucha, de repente, una vieja radio sonar en medio de la noche. Mira a la habitación de donde provenía y comprueba que a pesar de la hora prematura su padre yacía dentro, tirado en la cama, escuchando en plena era digital el aparato que le hacía que sus recuerdos infantiles fuesen parecidos a una película sobre la España profunda. Pensaba entonces en su abuela siendo niña, tarareando nocturnamente las canciones de la época, ella, que posiblemente no habría pensado más de cinco minutos a lo largo de su vida en lo que ahora su nieta cavilaba… La misma que vestía paredes con extraños pasajes dadaístas con cerebros de genio, dormía bajo un artista escondido bajo sus gafas de pasta y un gesto tímido, la primera fotografía de un desnudo en blanco y negro y unas aspas de avión…

¿La conoces? ¿Sabes de quién te hablo?
Es la niña de los ojos claros, sí. La que para bien alguien había sacudido de realidad horas atrás, y para no ser diferente de otras ocasiones había terminado protagonizando un monólogo que ganaría cualquier concurso, tan irónico y doloroso como todo lo que la termina caracterizando, y tan gracioso como aquello por lo que se daba a conocer.

¿Qué hace ahora? ¿La ves?
Tiene los ojos cerrados. Encogida en la cama, supongo que duerme, sueña o finge. Ha abierto la puerta, escucha esa misma radio. Tirita de vez en cuando y escucha música lenta. Se recupera, lo hace, cierra la caja y recoge sus imperfecciones…

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