Soft

Cuando la tarde es chica, río. Muere el día y me transtorno con los trozos de la muerte mal dicha, las sábanas como patas de araña entredichas, todo cortado, brillante. En el crepúsculo y las monedas, donde me sujeto. En el sonido de mi vieja máquina de escribir, la que suena como los huesos rotos de mi padre al estirarse. El reloj corre como quiere y en la puerta de al lado ha llamado un hombre vestido de negro. No tiene rostro. Lo dice ella, el sentido está perdido en algo grande llamado nada...


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