Guardando

Me hablaba esa noche del desengaño que siempre ha estado a la orden del día, de la causa que más apesta, de ese olor a mierda del que todos nos enganchamos alguna vez. Sin poder evitarlo, a modo de terapia regalada, mi memoria sensitiva había vuelto a remitirme a un año atrás, cuando una canción que acabó encerrando una historia nada creible había hecho mella en los poros de toda aquella mujer que presumía de piel albina y espíritu nihilista, como una especie de tatuaje. Las marañas, a modo metafórico, habían formado parte de un nuevo estúpido "hasta que la muerte nos separe", a pesar de sus rotundas negativas a volar como una mosca que se engancha a ese olor sin darse cuenta, hasta ver que todo se ha extinguido. Lo caduco, el sentimiento humano, los planos del metro de Madrid destrozados, el placer que produce el vómito...
Y tal cual me hablaba sentía ese subir y bajar, una nueva extrapolación, un continuará...


1 comentario:

Cohen dijo...

no paramos de vomitar sentimientos ultimamente ¿verdad?
lo peor es que a los sentimientos le esta dando por vomitarnos encima a nosotros tambien,
tu lo has dicho pequeña proseguir, superar, continuar...