Tardes

Te doy el cambio sin apenas mirar, siguiéndome de la inercia de mi tacto sobre las monedas y lo ya dicho, casi explotado llegado el punto de la reparación. La pantalla que reposa sobre el suelo, cogiendo polvo (sino explota también con alguna de las gotas de agua que sobre ella caen), que es como un espejo donde miro mis pasos, pequeños, las huellas, la señal del zapato hundido en la gravilla, una mirada indebida mientras mi cucharilla de café se hunde en un gran cubo de helado. Hay demasiados cuentos para la hora de cuna, pocas nanas bien cantadas, las cadenas de la infancia que pesan sobre algunos individuos entrados en años y un atardecer rojo de esos en los que la fiebre y los recuerdos envuelven al cuerpo mientras tirita...

1 comentario:

Cohen dijo...

Por mucho que tirites los glaciares que te rodean seguiran siendo glaciares y por mucho que intentes salvarte seguiras cayendo en la misma mentira.

Ivan Ferreiro, tengo unas ganas tremendas de ir a su concierto :D